miércoles, 22 de abril de 2015

FUBARBUNDY EDICIÓN IMPRESA

Para todos aquellos que prefieren tocar el papel, ya están disponibles los tres libros de la trilogía Fubarbundy en edición impresa además de en digital.

Adjunto los enlaces:


La última pandemia: http://amzn.to/1zXhQa8
La gesta del muerto: http://amzn.to/1Iitlyc
Isla Cuarentena:        http://amzn.to/1O9u2rc

A los que aún no conocéis la trilogía, recordaros que solo tenéis hasta el treinta de abril para poder adquirir el primer libro al precio reducido de 0,99 Euros (edición digital).

lunes, 20 de abril de 2015

ISLA CUARENTENA Nº 1 EN TERROR Y CIENCIA FICCIÓN

                            

Es algo muy difícil, me refiero a alcanzar los primeros puestos de las listas de Amazon. Hoy me encuentro en todo lo alto con Isla Cuarentena, y no me gustaría dejar pasar la oportunidad de inmortalizar el momento, ya que el mantenerse en esos puestos es algo harto complicado.

Ir a página del libro
Aquí os dejo los enlaces directos a los libros anteriores. Y recordad que solo durante el mes de abril podréis adquirir la primera parte de la trilogía: La última pandemia, al precio especial de 0,99 Euros.
TRILOGÍA FUBARBUNDY

Primer libro:    La última pandemia - http://amzn.to/1zXhQa8

Segundo libro: La gesta del muerto - http://amzn.to/1Iitlyc

Tercer libro:    Isla Cuarentena        - http://amzn.to/1O9u2rc

martes, 14 de abril de 2015

YA A LA VENTA ISLA CUARENTENA

Bueno, por fin está disponible en Amazon "ISLA CUARENTENA", la tercera parte de la trilogía. Aquí os dejo el cartel anunciador con la portada del libro. Pincha en él y te llevará a la página donde podrás comprarlo.


 Ver libro Isla Cuarentena


PRIMERA PARTE A 0,99 EUROS

Para todos aquellos que aún no conozcáis la aventura FUBARBUNDY, informaros que durante el mes de abril podréis adquirir el primer libro, "LA ÚLTIMA PANDEMIA", a tan solo 0,99 euro,

 Ver libro

Pincha en la portada y te llevará al libro.








viernes, 10 de abril de 2015

FUBARBUNDY: LA ÚLTIMA PANDEMIA A 0,99 Euros



Ir a página de Amazon
Por la celebración de la próxima publicación de la tercera parte de la trilogía Fubarbundy, ("Isla Cuarentena"), y con la intención de que todos aquellos que aún no conocéis esta aventura postapocalíptica podáis hacerlo gastando menos, durante tiempo limitado podréis adquirir el primer libro, "La última pandemia", a un precio reducido de 0,99Euros. Para ello solo tendréis que entrar en la página de Amazon pinchando en la carátula del libro.
No dejéis pasar esta oportunidad y disfrutad de su lectura como tantos lectores han hecho ya. Y recordad que el apocalipsis puede ser divertido si estáis al otro lado de las páginas.

Para que vayáis abriendo boca, aquí os dejo el primer capítulo:


1. EL VIRUS

 

Es una mañana soleada del mes de octubre, cerca de Central Park. La vida se desparrama por las calles y un bullicio de voces y motores lo envuelve todo. Un padre lleva a sus hijos al colegio entre un tráfico infernal, mientras los mira por el retrovisor, sonríe. No puede evitar sentir un leve sentimiento de angustia al pensar en su futuro, “esta maldita crisis”, piensa. Sacude sus pensamientos y reafirma su sonrisa, “no hay mal que cien años dure”. Los comercios empiezan a abrir y el chirriar de los cierres al levantarse se une al resto de los ruidos que componen el sonido que produce la vida en una gran ciudad.

El día se inaugura una vez más.
Un hombre de cincuenta y dos años que aparenta setenta se viste con parsimonia en su apartamento de Central Park West. Sobre la mesa de cristal del amplio salón tiene unas hojas grapadas, va hacia ellas, las mira, las acaricia y luego firma todas. Son la solicitud de divorcio de su joven esposa. Cuando termina las vuelve a dejar sobre la mesa. Hace el gesto de guardarse la pluma en el bolsillo de su chaqueta pero se detiene y también la deja sobre las hojas. “Que seas muy feliz con tu nuevo marido… el resto de tu vida”, dice entre dientes con una sonrisa nerviosa. Podría parecer un loco, él sabe que es un genio, pero realmente es un cobarde, el mayor de los cobardes.
Una vez en la calle espera la llegada del taxi que ha solicitado por teléfono. Lleva una gabardina ligera, una maleta y una pequeña bolsa de mano. La luz le molesta y se pone unas gafas de sol. El taxi llega y se sube, sin titubeos, con decisión, como tantos otros harán esa mañana. Saluda al taxista y le indica el destino: Aeropuerto JFK. El taxista, un hindú de mediana edad, es de carácter abierto y no tarda en trabar conversación con él. Le habla de esto y de lo otro sin un rumbo fijo, a través de la mampara de seguridad. El desconocido asiente sin prestar atención a lo que le dice mientras mira por la ventanilla y registra cada imagen que ve, cada gesto de la cara de los viandantes, cada sonido. Luego baja un poco la ventanilla y también intenta impregnarse de cada olor. El trayecto transcurre sin incidentes y en cuarenta y cinco minutos llegan al aeropuerto. Baja del coche y se dirige al maletero, el taxista lo acompaña, abre el capó y le entrega la maleta. Extiende un billete de cien dólares y espera para recibir el cambio. Una brisa suave pero fría empieza a levantarse. Guarda los billetes del cambio en su cartera dejándole diez dólares de propina, y antes de que el taxista se retire le tiende la mano. No es un gesto muy común, no suele darse, recibir propina sí, pero un apretón de manos de un cliente no es algo a lo que un profesional del taxi esté acostumbrado. El hindú, que solo lleva una ligera camisa, siente frío, parece inquieto por volver dentro del vehículo. Mira al desconocido y le estrecha la mano con una sonrisa sincera, piensa que aún quedan personas educadas. Luego vuelve a sentarse al volante dispuesto a continuar con su dura jornada. Un pequeño escalofrío lo sacude, sube la calefacción y mira el retrovisor, no viene nadie, puede continuar, aún le quedan muchas horas de trabajo.
Él será el primer infectado.
El desconocido entra en el aeropuerto y comprueba la hora de salida de su vuelo: 8430 destino París a las 11:00 a.m. Tiene mucho tiempo, por eso primero compra el periódico y luego se toma un café. Comprará tres periódicos más en otras tiendas y se tomará otros cuatro cafés en otras cafeterías. Recorre escaleras y entra en todos los baños que encuentra. Con una hora de antelación factura su maleta y, con su bolsa de mano, accede al control de pasajeros.
En ese momento más de cien personas están infectadas.
Entrega su pasaporte y su tarjeta de embarque y pasa su equipaje de mano por el escáner. Ha metido en una bolsa transparente unas pastillas contra la acidez de estómago, un pequeño bote de líquido para las lentillas y un frasco de perfume, ambos con capacidad inferior a cincuenta mililitros. Pone la bolsa en la bandeja, junto con su reloj, el móvil, unas llaves, el cinturón, unas monedas sueltas y los zapatos. El control lo realiza una mujer con uniforme azul, lleva guantes de látex e inspecciona rutinariamente el contenido de la bandeja, es un pasajero más. Una vez en la zona de embarque recorre las tiendas y compra diversos artículos: cuatro revistas, tres libros, dos gafas de sol, cuatro pañuelos, un par de guantes y seis bolígrafos distintos. Como aún le queda mucho tiempo, se toma un par de cafés más y visita tres aseos. En el primero de ellos, aprovechando la privacidad del váter, coge el frasco de perfume y rocía cada uno de los objetos. Hojea también las revistas sentado en cuatro zonas de espera distintas. Cuando faltan diez minutos para embarcar, nada de lo que ha comprado viaja con él: las gafas se quedaron en los baños; los libros, junto con las revistas y los bolígrafos, sobre distintos asientos en las zonas de espera; los guantes los dejó caer cuando salía de un aseo y los pañuelos también olvidados intencionadamente,  aquí y allá.
Sube al avión y, a la hora prevista, despega con destino a París.
Después de transcurridas dos horas desde que llegara al aeropuerto más de quinientas personas están infectadas.
El desconocido tiene un plan de vuelo muy concreto. Su primer destino será París, luego viajará a Madrid, Londres, Berlín, Roma, Moscú, Pekín, Seúl, Tokio, Canberra, Nueva Delhi, Nairobi, Pretoria, Brasilia, Buenos Aires, La Habana y Ottawa. En cada ciudad estará el tiempo mínimo, un día, a lo sumo dos. En algunos casos el tiempo imprescindible para hacer escala.

Ha pasado un mes desde que tomara aquel primer avión con destino a París. Ahora está frente a un ordenador portátil, en el Sofitel New York, un hotel de lujo junto al Rockefeller Center, y lleva un rato tecleando sin parar. Hace dos días que volvió de su periplo por el mundo, desde entonces no ha salido de su habitación, pendiente de los periódicos y de la televisión. Durante la noche escucha la radio hasta que le vence el sueño y su mente se pierde en un abismo negro. Son las nueve de la mañana, ya casi ha terminado de escribir y comprueba de nuevo que la WIFI funcione correctamente. También ha mandado una carta a todos los periódicos, pero está seguro de que internet es un medio más efectivo, una noticia viral —sonríe levemente— colgada en los sitios correctos y dirigida a los correos electrónicos de las personas adecuadas es un seguro de distribución mundial.
A las nueve de la noche todos los telediarios abren con la misma noticia: miles de personas en todo el mundo colapsan los hospitales. Las informaciones son confusas, hablan de enfermos que ingresan en una especie de coma en el que permanecen unas horas para después despertar. Las noticias se suceden y los programas de televisión dejan paso a noticiarios exclusivamente. Los reporteros conectan desde diversos lugares del mundo y relatan con dramatismo algo que aún no comprende nadie. Una hora más tarde, una chica rubia de ojos azules, y vestida con un grueso abrigo rojo, informa desde la puerta del hospital Memorial. Según su relato, uno de los ingresados, después de volver del coma y tras estar algunas horas en observación, atacó a una enfermera y le arrancó un trozo de cara de un mordisco.
El desconocido apaga la televisión y se sienta delante del ordenador. Nota unos leves espasmos, “ya está aquí”, piensa, las inyecciones que lleva administrándose desde hace unos días no pueden retrasarlo más. No revisa su carta (ya lo hizo varias veces para asegurarse de que no se le olvidara nada) y la envía a todas las direcciones que tenía previstas. En unos minutos el mundo entero sabría lo que estaba pasando, luego todo daría igual, en pocos días la humanidad pasaría a la historia.

En un laboratorio de Nivel 5, a treinta metros bajo tierra en algún lugar del desierto de Mojave, cerca de las Vegas, alguien ve la televisión en su despacho. De pronto un hombre y una mujer entran precipitadamente, ambos llevan batas blancas. Lo miran y señalan la televisión con un dedo índice tembloroso al final de un brazo extendido, no pueden hablar. El hombre apaga la televisión, se levanta de un salto del sillón y grita más que habla, “¿quién ha salido del complejo durante el último mes, quién?”. El hombre y la mujer se miran un instante, “la única persona que se ha marchado del complejo en los últimos tres meses ha sido el Dr. Freeman, usted lo retiró del Proyecto Fobos por agotamiento, estrés  y deterioro general. Se marchó… hoy hace treinta y tres días”, responde la mujer mientras su acompañante asiente con la cabeza. El hombre se deja caer en el sillón, esconde la cara entre sus manos, no es capaz de decir lo que pasa por su cabeza, lo que sabe que está sucediendo. Los tres científicos lo saben, pero él lo verbaliza finalmente, en voz baja, casi susurrando: “Es el fin”. El hombre que entró con la mujer en el despacho se quita las gafas al tiempo que se apoya en la pared, le fallan las piernas, “que Dios nos proteja”, dice con la voz ahogada. El Dr. Widman, director de los laboratorios de biotecnología y responsable de la división ultrasecreta de guerra biológica, gira su cabeza lentamente y los mira fijamente, sus ojos parecen vacíos, como si ya no le pertenecieran.
 “Dios ya no puede hacer nada, es el Fubarbundy”, dice finalmente.

A las 00:30 un disparo sonó en la habitación número 324 del Hotel Sofitel New York, pero nadie le prestó atención; el hotel era un caos…, la ciudad era un caos.

miércoles, 8 de abril de 2015

YA ESTÁN AQUÍ

Ver libro


Ayer, paseando, me encontré esta señal de peligro. Sin duda es para preocuparse, ¿o no?.

Para mí que el "Fubarbundy" ya está entre nosotros.



domingo, 5 de abril de 2015

FUBARBUNDY IMPRIME CARÁCTER

Hace unos días un lector me envió a mi correo una foto. Decía que acababa de recibir el libro Fubarbundy: La última pandemia, y que después de seleccionar algunos artículos imprescindibles ya estaba preparado para comenzar su lectura. Me hizo tanta gracia que os dejo su foto para que la disfrutéis vosotros también. No me digáis que el  jodio no ha estado "sembrao".

Ver libro
 
 
 

Si aún no os habéis sumergido en la aventura Fubarbundy, pincha
Ver libro
en el icono de Amazon y te llevará a la página donde podrás adquirir el primer libro.
 

 
Página del libro